miércoles, 24 de octubre de 2012

Sombras y dudas entorno al asesinato de Al-Hassan (Líbano)

/AlManar

Mientras que los libaneses se están haciendo la pregunta de quiénes fueron los autores del asesinato del ex director general del servicio de Inteligencia del Líbano, Wissam Al-Hassan, se van formando sombras y dudas acerca de la forma en que fue asesinado.

Para el jefe de las Fuerzas de Seguridad Interna (FSI) y compañero de viaje del fallecido, General Ashraf Rifi, “estamos tratando con asesinos profesionales”.

Nadie sabía que se encontraba en el Líbano

Y por una buena razón: el general Al Hassan estaba de viaje y muy pocos en su círculo más cercano conocían la fecha de su regreso. Ni siquiera Rifi (con el que había viajado unos días antes de su muerte a Berlín, donde ambos se reunieron con Jörg Ziercke, presidente de la Oficina Federal de la Policía Criminal) sabía la fecha exacta de su regreso. Él afirma que, en general, nadie conocía sus desplazamientos.

El día del asesinato, el viernes 19 de octubre, el número uno de las Fuerzas de Seguridad Interna llegó por la mañana pensando que Al Hassan no había vuelto todavía. El periódico As Safir revela en su edición de este martes que él supo de su presencia en el Líbano cuando el líder del Movimiento del Futuro, Saad Hariri, le telefoneó desde París una hora después del asesinato (aproximadamente a las 16 horas) para preguntar por el jefe de la Inteligencia, afirmando que había contactado con él anteriormente por la mañana.

Además, según el diario, el fallecido había tenido la precaución de indicar, a través de filtraciones a la prensa, que estaría toda una semana más en el extranjero. Sin embargo, llegó en la víspera de su asesinato, el jueves a las 19 horas, a Beirut en un avión procedente de París, adonde había ido después de su estancia en Berlín para visitar a su familia.

Medidas de seguridad

Otra indicación más de que se trata de un crimen de profesionales fue la forma en que fue asesinado. Varios coches bomba fueron preparados y colocados en las rutas que el general no podía evitar. Un segundo coche bomba fue desmantelado cerca del Hotel Alexander, también en Ashrafiyeh. Mientras, el primero explotó a un metro del coche de Al Hassan.

Incluso la cantidad de explosivos utilizada en su asesinato (de 60 a 70 kg de TNT, según Rifi) demuestra profesionalidad: justo lo necesario en esta popular zona para matar a Al-Hassan y su compañero (sólo ha habido una tercera víctima). Su presencia sólo pudo ser comprobada gracias a su revólver (que se encontró en la azotea de un edificio vecino), una parte de su fusil y su ordenador portátil. “En última instancia, fue su reloj el que demostró a ciencia cierta su identidad”, dijo Rifi.

Y parece que el vehículo que llevaba los explosivos (un Toyota RAV4, robado el año pasado, según Rifi) fue colocado en la zona un día antes de la llegada de Al-Hassan. Los asesinos estaban seguros del día y la hora a la que iba a llegar. ¿O le habían empujado a hacerlo?

Pasar inadvertido

Por otro lado, y muy curiosamente, las medidas de protección del responsable de inteligencia presentaron unas lagunas casi imperdonables para alguien que sabía estaba amenazado: el residía en su apartamento de siempre en Ashrafiyeh, pese a que alguien le había advertido desde hace algún tiempo que ya no estaba protegido. Peor aún, el día de su muerte, viajaba a bordo de un coche que no estaba blindado, un Honda Accord alquilado (según el ministro del Interior, Maruan Sharbel), y no en su convoy habitual. Señal de que él creía estar seguro si trataba de pasar desapercibido. Algo impensable para un responsable de inteligencia de su nivel.

¿Apartamento u oficina secreta?

Además, varias versiones circulan acerca de lo que hizo cuando regresó. El sitio web libanés Lebanon Debate Online escribió que Al Hassam fue directamente a bordo de un coche de alquiler desde el aeropuerto a su apartamento en Ashrafiyeh, mientras su convoy se dirigía a la sede de la DGFSI, por el tema del camuflaje, y que llamó al ministro del Interior a su llegada.

Sin embargo, una información de seguridad transmitida a través de los medios de comunicación, incluido el Beirut Observer, y luego confirmada por Rifi, es que Al Hassan participó antes de su asesinato en una reunión con responsables de seguridad y milicianos en una oficina secreta. Según el jefe de las FSI, los oficiales de seguridad tienen oficinas secretas, generalmente próximas a la sede del mando, que poca gente visita. “Vamos a estas oficinas una vez cada tres semanas. El mártir Al Hassan tenía una cita en la oficina y parece haber sido objeto de seguimiento antes de que acudir a la misma”, señaló.

Esta suposición es consistente con la de un responsable de seguridad que hizo unas declaraciones bajo la cobertura del anonimato al periódico As Safir. Según él, Al-Hassan estaba ya bajo vigilancia en Berlín y París.

Sin embargo, esto refutaría las acusaciones arbitrarias lanzadas por el ex primer ministro Fuad Siniora, el cual ha preferido lanzar sospechas contra partidos que operan en el Aeropuerto de Beirut. Esta alegación quiere ciertamente acusar de forma indirecta a Hezbolá, pero también evitar que recaiga cualquier sospecha contra el estrecho círculo que rodeaba a los fallecidos.

Otras fuentes señalan que el atentado pudo estar organizado por los servicios secretos israelís (el Mossad), para desestabilizar el país, e incentivar un conflicto interno para apartar a los partidarios del gobierno de Siria y a Hezbolá.

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